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lunes, 6 de junio de 2011
Binner y el momento actual.
Hermes Binner es, sin dudas, el hombre del momento. Lo fue en los días previos a saber si finalmente acompañaría a Ricardo Alfonsín en la fórmula y lo es en estos días, en los que debate - internamente y en su partido - si encabezará o no un binomio "puro" de centroizquierda. Más allá de las dificultades que el no acuerdo con el radicalismo le genere el Frente en la provincia, Binner y la mayor parte de los socialistas fueron convencidos esta semana de que habían hecho lo correcto. Como dijo Antonio Bonfatti, la designación de Javier González Fraga como candidato a vice de Alfonsín "fue la gota que rebasó el vaso". Claro, después de esta aparición en primer plano de la escena política nacional, el conflicto por la incorporación de Francisco De Narváez quedaba definitivamente atrás.
Hay que decir que el ex presidente del Banco Central de la República Argentina en la era de Carlos Menem, ocupa el sillón contiguo a Alfonsín después de la sonora negativa de Roberto Lavagna y de Rodolfo Terragno a ocupar ese mismo sitio. Está claro además que Alfonsín decidió recostarse más a la derecha tras la negativa de Binner. El hijo del ex presidente se dejó tentar por las voces que al oído le susurran que tiene posibilidades si logra entusiasmar al peronismo anti K y a los sectores medios y altos que no comulgan con el gobierno actual, aunque ese espectro ha quedado muy reducido según los últimos sondeos.
Se puede pensar lo que se quiera del gobernador Binner, menos que es susceptible a las presiones. Y eso se vio en más de un oportunidad: cuando la votación por la Ley de Medios y ahora, cuando desde la oposición lo querían empujar afuera de ese barco metafórico al que siempre recurre cuando quiere graficar su concepción del armado político ideal. "Primero hay que armar el barco, los acuerdos programáticos y cómo llevarlos a la práctica, y después ver quién es el capitán, el que va a conducir", repite el socialista hasta el tedio. Para que entre su mensaje.
Con todo, Binner y el socialismo han tenido que transitar en estos últimos años por una ambigüedad que no siempre es deseable y mucho menos redituable. El PS actúa convencido de que hay espacio para acompañar al gobierno de Cristina -y antes al de Néstor - en las políticas y proyectos que son de gran beneficio para la sociedad; pero también creen que se pueden señalar errores y conductas con las que no hay coincidencias. En un escenario en el que la oposición asegura que todo lo que hace el gobierno está mal, el margen de maniobra que queda no es muy amplio.
Conocedor de esta situación es el diputado nacional de Nuevo Encuentro y candidato a gobernador de Buenos Aires Martín Sabbatella. Estuvo en Rosario en estos días apoyando la candidatura de Agustín Rossi para gobernador de Santa Fe y se encargó de una tarea que el kirchnerismo practicará de manera permanente hasta las elecciones del 24 de julio: establecer que Binner y el socialismo, en realidad, son más parte de la oposición salvaje al gobierno nacional que afines a las políticas de la administración central. "El socialismo ha sido funcional en el Congreso a la oposición", disparó Sabbatella en Rosario y puso de manifiesto que Rossi es el único que puede garantizar en la provincia "los grandes debates nacionales" y "los ejes de la política que lleva adelante Cristina Kirchner". Hasta las palabras de un moderado como el ex intendente de Morón suenan en un extremo cuando la escena electoral polariza las posiciones.
Es que del otro lado, del lado del socialismo, se trata de explotar la intención de voto que la presidenta tiene en Santa Fe. Entonces Bonfatti reconoce públicamente -y cuando aún no se sabe si Binner será candidato nacional - que es posible que se dé un voto dividido entre él en Santa Fe y Cristina en la Nación. Es lo que más le molesta a Rossi, que buscará diferenciarse y diferenciar al socialismo de las decisiones que se toman en la Rosada.
Este posicionamiento pendular del socialismo es impostado las veces que se busca por conveniencias electorales y coyunturales. Pero también suena bastante convincente cuando se habla en serio del rol del Estado que conciben los distintos partidos. Y la verdad, no es lo mismo el PDP santafesino con todo su elenco de colaboracionistas del Proceso que De Narváez. Por lo menos el Partido Demócrata Progresista tuvo al Latorrismo en su seno. Y su volumen electoral y político lo tornó en inofensivo. Ya una vez Carlos Favario habló del milagro del PDP, que sin ganar elecciones en décadas, pudo ubicar a sus dirigentes cerca del poder. El PDP jamás podrá establecer dentro del Frente Progresista santafesino su concepción del Estado, porque no será consultado por su escasa representación. Sabe que está allí para justificar una coalición de partidos y conservar cargos para un grupo reducido de dirigentes.
En cambio, el millonario colombiano es parte de una condensación del pensamiento conservador en la Argentina y, que esté adentro del peronismo, es nada más que un continente para posibilitar que lleguen al gobierno esas ideas que en otras épocas fueron impuestas a sangre y fuego. Las mismas que en años más recientes lograron penetrar en el Estado mediante los negocios, el exitismo y la denostación de la política y de los sindicatos.
En la estrategia provincial, la concejala y candidata a diputada provincial del peronismo María Eugenia Bielsa elaboró otra de las frases que se van a enarbolar en la batalla del 24 de julio. La candidata más votada en todas las categorías el pasado 22 de mayo, aseguró que "hay que cambiar una alianza de ilusiones como la que constituyó el socialismo en estos cuatro años, por una alianza de realizaciones que es la que puede establecer el peronismo detrás de la candidatura de Agustín Rossi".
Quizás por una cuestión de género (aunque ella seguro lo discutiría), María Eugenia le dijo a este diario que el secreto del éxito pasa por "enamorar a los santafesinos" y se apuró a explicar que eso quiere decir "convencer, llegar a los otros y entusiasmarlos con un proyecto en el que sean capaces de confiar y también de seguirlo". El peronismo tiene la mística suficiente como para intentarlo, pero la verdad es que el socialismo no le va en zaga a la hora de poner en marcos sentimentales algunas de las conquistas y proyectos hacia el futuro.
En el marco de la campaña que se inició casi al día siguiente de las primarias de mayo, el socialismo creyó haberle ganado de mano al peronismo con la foto de la unidad con Bonfatti, Barletta, Giustiniani y Cáceres. Pero con el correr de los días los réditos obtenidos se fueron desdibujando por el quiebre de relaciones con la UCR a nivel nacional y las demandas internas de Barletta, que está dispuesto a hacer pesar su gran cantidad de votos dentro del Frente. El peronismo se tardó unos días más pero logró juntar a Rossi con Perotti, Bielsa y Mercier en un cuadro que muestra un peronismo unido, pero que además marca un quiebre después de 20 años de hegemonía de Carlos Reutemann y Jorge Obeid.
El tiempo y los votantes dirán si las fotos les gustaron y si el escenario nacional tendrá tanto peso como se cree en esta contienda provincial que se viene.
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