Blogger news

viernes, 22 de octubre de 2010

Peligro: Vivir junto a las Vias del Ferrocarril


La triste noticia que se publicó en los medios de comunicación, dio a conocer la muerte de una menor de un año y medio en la ciudad de Santa Fe. Viene muy bien leer el texto que reproducimos a continuación, lo de Santa Fe siempre está presente en Coronda. Y lo hemos dicho una y otra vez, el peligro de vivir junto a las vías del Ferrocarril. Para seguir pensando, no esperemos que se repita.
En esto también debe CAMBIAR CORONDA.

Lía Masjoan y Gastón Neffen
lmasjoan@ellitoral.com
gneffen@ellitoral.com

En barrio La Lona, el día después de que un tren del Belgrano Cargas arrollara a Abigail Palomé (de un año y medio), los vecinos están tensos y angustiados. Esta mañana, una formación del Belgrano atravesó la zona y recibió piedrazos e insultos. Como sucede en estos últimos años, la locomotora circuló a los bocinazos, esquivando chicos, vecinos y perros.

El Litoral recorrió los doce kilómetros de los rieles ferroviarios que atraviesan la ciudad. Son ramales del Belgrano que están activos y que sobre todo transportan granos a los puertos del Gran Rosario. En promedio circulan tres formaciones por día. En la infraestructura ferroviaria urbana de Santa Fe, hay tres puntos que son críticos, por su densidad poblacional (ver infografía). Los barrios Santa Rosa de Lima, El Chaqueño y La Lona. En estas zonas de la ciudad, las casas de la gente están pegadas a las vías y los chicos juegan al lado de los rieles.

En el velorio de Abigail, sus familiares reclamaban que no circulen más trenes por el barrio. “Mi casa es muy precaria, no tenemos un portón de acceso y las vías están a sólo cinco metros”, contó María Luisa Lozza, bisabuela de la niña. Los primos de Abigail estaban sentados encima de la misma vía por la que acababa de pasar la locomotora del Belgrano. A lo largo de las cinco cuadras que atraviesa la vía en barrio La Lona, en el tramo de la bicisenda que va desde Vélez Sarsfield a Lavalle, hay cientos de casas que están a diez metros de las vías. Durante todo el día, los niños juegan al fútbol y la gente toma mate y conversa al lado y encima de los rieles.

En diálogo con El Litoral, los vecinos reclaman que el sector de las vías sea restringido de alguna manera. “Se podría hacer una baranda o un tejido que separe los rieles por los que pasan los trenes”, propone Delia Yasuck, vecina de La Lona. “En el barrio, hay como una tradición: cuando escuchamos la bocina del tren salimos todos a ver dónde están los chicos”, cuenta María Quiroga, otra vecina.

El Chaqueño y Santa Rosa

El accidente en el que falleció Abigail también podría haber ocurrido en El Chaqueño o Santa Rosa de Lima. Las viviendas de la gente también se amontonan a lo largo de los rieles. En Santa Rosa, una vecina se sincera y cuenta que le repite una y otra vez a su hijo que se quede adentro de la casa cada vez que pasa el tren. En el Chaqueño, la gente lava sus ollas y cuelga su ropa a un metro de la vía.

La tragedia de Abigail Palomé vuelve a poner el foco sobre una situación muy delicada. La necesidad de ordenar y planificar las zonas en las que vive la gente de los sectores más vulnerables, que en muchos casos se instalaron en los terrenos del ferrocarril después de sufrir inundaciones. Además, es prioritario controlar la seguridad de la infraestructura ferroviaria, que viene de años de abandono.

Doce kilómetros de vía y 3 puntos críticos

En la ciudad de Santa Fe queda una única vía activa, que la recorre de sur a norte y la atraviesa de este a oeste. Pertenece al ramal de Belgrano Cargas que lleva cereales desde el norte del país hasta el Puerto de Rosario. Por día, circulan en promedio tres formaciones, aunque depende de la demanda y de la actividad que impongan los barcos cargueros.

En su paso por el radio urbano, el tren inicia su trayecto a la altura de la unión de Moreno y Lamadrid y llega hasta French y Dorrego, en barrio Chaqueño. En total recorre 12 kilómetros en los que atraviesa tres zonas críticas debido a la cercanía de asentamientos de viviendas, en todos los casos precarias: Santa Rosa de Lima, de Suipacha hacia el sur; La Lona, donde ocurrió el accidente ayer; y Chaqueño, al norte de Guadalupe Oeste. En esos lugares los vecinos están acostumbrados al sonido del tren. Muchos viven pegados a la vía, aunque la resolución 7/81 de la Secretaría de Transporte de la Nación regula la distancia mínima en cinco metros.

Sin embargo, las máquinas que circulan no tienen horarios pre-diagramados, por lo que su irrupción en el barrio sí es una sorpresa. Otro dato clave es la cantidad de pasos a nivel: hay 28 a lo largo de los 12 kilómetros de recorrido y ninguno con barrera. Todos tienen banderilleros, lo cual extiende el peligro a otras zonas de la ciudad, donde la circulación de vehículos es intensa.
En Coronda, tenemos nuestros propios asentamientos de los que tanto hablamos, no para castigar a nadie, sino para que todos vivamos en igualdad de condiciones.
Equipo de Cambia Coronda.

0 comentarios: